Aquí, donde nacen los árboles y desde a unos veinte metros, allá arriba, en el cielo, se los ve terminar, me siento en paz y tranquilo conmigo mismo por haberlo olvidado todo y comenzado a flotar en la briza, tal como las hojas secas que caen de estos árboles, sin razones para bailar con el viento y sin gana alguna de busarlas o inventarlas. Soy feliz.
Joaquín Tapia Guerra (no tengo la fecha ahorita, jeje)
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